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Este blog empieza hoy para compartir mi gran pasión por la cocina.

Muchas de las recetas que pongo las tengo de mi madre o de mi abuela, o me las pasan mis amigas.

Otras las he aprendido en mi escuela de hostelería, o las he ido encontrando en mis numerosas visitas a diferentes blogs, y una buena parte, se me han ido ocurriendo sobre la marcha cogiendo lo que pillaba por la despensa y en la nevera.

Este blog nace para recopilar todas estas recetas y compartirlas con mi gente, y con quien quiera pasarse por aquí, mostraros las cosillas que vaya haciendo y por supuesto recibir también los consejos de quien crea que puede aportar algo.

Hala, a cocinar!!!!!

sábado, 21 de febrero de 2015

Batata asada de mi abuela Rosario

 
 
Hoy vengo con una receta muy cortita, pero deliciosa..
 
El día a amanecido feo, hace frío, y precisamente por eso, me he acordado de este postre.
 
Más sencillo imposible, y en mi casa es algo que gusta muchísimo, sobre todo estos días fríos de invierno,  además de por lo rica que está, porque nos recuerda mucho a mi abuela Rosario, una viejita que se fue hace ya años, pero que me dejó su cariño y su amor para siempre, y que fue la primera que me la preparó.
 
Ella, también la preparaba al vapor, y quedaba igual de rica, pero hoy os voy a explicar como la hacía asada.
 
La batata es un ingrediente que me encanta, ya sea así tal cual, asada, como en muchas otras elaboraciones: bizcochos,  chips de batata frita...
 
Todos los recuerdos que conservo de mi abuela son buenos.
Era una mujer maravillosa, dulce, muy cariñosa y buena, que vivió casi un siglo, con todo lo que eso conlleva. La de épocas buenas y malas de nuestra historia que tuvo que vivir...
A mi me encantaba preguntarle por los años 20 (la época de su juventud), por como vivió la guerra civil y la posguerra, por la España de los años 50...
Era una persona que con ochenta y tantos años, era capaz de comerse una hamburguesa con manteca (le llamaba así a la mayonesa) si era yo quien se la hacía.
 
Era una gran cocinera, y la mayoría de las recetas de familia que he puesto ( y pondré) en el blog, las aprendí de mi madre, que a su vez las aprendió de ella.
 
Mi abuela asaba la batata en una vieja cocina de leña que tenía y no las he comido nunca tan ricas.
 
Pero en fin, como yo no tengo cocina de leña, si no mi horno eléctrico, tendré que conformarme, y os aseguro que sale también muy rica.
 
INGREDIENTES:
 
Batatas de tamaño medio
 
ELABORACIÓN:
 
Ponemos el horno a 170º  aprox. para que se vaya calentando.
 
Lo primero es lavarlas muy bien bajo el grifo, ya que las vamos a hacer con su piel.
 
Después de eso, las envuelvo en papel de aluminio y las coloco en la rejilla del horno, a media altura.
 
El tiempo de horno dependerá del tamaño de las batatas, pero pueden tardar desde 45 minutos hasta casi hora y media.
 
Si las ponéis algo más grandes, os recomiendo que bajéis la temperatura a 150º para que se hagan más despacio y queden bien cocidas y  dulces  por dentro sin resecarse.
 
Es mejor no tener prisa, cuanto más tarden en hacerse, más dulces estarán, así que no subáis la temperatura para terminar antes 
 
Para saber si está lista, la pinchamos con un palillo, y si entra fácilmente, ya está.
 
Yo en este punto, les quito el papel de aluminio (con mucho cuidado!!) y las dejo en el horno 5 minutos más, subiendo la temperatura hasta 200 para que tomen un poco de color. Solo 5 minutos.
 
Se pueden estar haciendo mientras comemos y pelarlas justo para el postre.
 
Yo las pelo, las corto en rodajas gruesas y les espolvoreo un poquito de azúcar, que con el propio calor de la batata se derrite y todavía le da un sabor más rico. Así lo hacía mi abuela, y así lo hago yo.
 
Pues ya está.  Si hacéis bastante y os queda, próximamente podré en el blog un bizcocho de batata que sale riquísimo para que la podáis aprovechar.
 
Seguro que muchos de vosotros conocíais esta receta, y a los que no la hayáis probado nunca, deciros que la probéis, ya veréis como os encanta.
 


sábado, 14 de febrero de 2015

Tarta de fresas para San Valentín

 
El otro día, una conocida que tiene una pastelería espectacular de la que os hablaré próximamente, me enseñó unas fotos de unas tartitas que estaban preparando para San Valentín en forma de corazón super coquetas.
 
Al día siguiente,  vi también en la panadería cerca de casa que preparaban para esa misma celebración, otras tartitas en forma de corazón muy chulas.
 
Y como soy como soy, jeje,  me antojé, y con lo que me gusta a mi el horno, vi que era la excusa perfecta para hacer una tarta y comerla sin remordimientos (San Valentín solo es una vez al año, jejeje)
Me pareció que no sería difícil, aunque no tenga un molde para tarta con esa forma (Tengo uno muy chulo que gané en un concurso, pero es bajito y para esto no me iba bien).
 
Por dentro no se lo que llevaban ambas tartas, en mi caso le he puesto nata montada, y una confitura de fresas que tenía por casa, con trocitos de fresas naturales.
 
INGREDIENTES:
 
Una plancha de bizcocho
Medio litro de nata de montar
Fresas naturales
Gelatina roja para cubrir tartas (Yo la compro en el lidl)
Azúcar (dos cucharadas para la nata y otras dos para el brillo rojo que cubre las fresas
 
ELABORACIÓN:
 
 
Mientras se enfriaba, dibujé un corazón en papel, del tamaño que quería que fuera la tarta (No muy grande) y lo recorté.
 
También mientras se enfriaba el bizcocho, monté medio libro de nata de montar, con dos cucharadas de azúcar (no me gusta excesivamente dulce)
 
Cuando la plancha de bizcocho ya estaba fría, corté tres corazones ayudándome del patrón.
 
Puse el primero de base, la calé con almíbar de vainilla y le puse una cuantas cucharadas de la confitura de fresa.
 
 
 
Sobre eso, esparcí unos cuantos trocitos de fresas.
 
A continuación, coloqué la siguiente capa de bizcocho, la calé con el almíbar y con la manga pastelera que previamente había llenado con la nata montada (boquilla redonda) la cubrí totalmente con una gruesa (quizá me ha quedado demasiado gruesa, pero es que me encanta la nata, jeje) capa de nata.
 
La cubro con una nueva capa de bizcocho y ya está.
 
Ahora toca colocar las fresas de arriba y el brillo rojo.
 
Yo los paquetitos de brillo los compro siempre en el Lidl. Tengo transparentes y rojos, y vienen muy bien para este tipo de acabados.
 
Un sobre sirve para 250 ml de agua
En un cazo, echo el contenido del sobre y le añado dos cucharadas de azúcar.
Lo remuevo, y le voy añadiendo poco a poco los 250 ml de agua fría, sin dejar de remover.
Cuando ya está totalmente disuelto, pongo el cazo al fuego y lo llevo a ebullición, removiendo constantemente.
Una vez que rompe a hervir, lo retiro del fuego y sigo removiendo, hasta que vea que va cuajando un poco.
Cuando se enfríe un poco (pero no del todo), ya puedo usarlo,
Es importante usarlo antes de que se enfríe pues si no no se puede extender, pero tampoco demasiado caliente porque estaría demasiado líquido.
Yo lo que he hecho ha sido colocar una capa fina a cucharadas sobre el bizcocho.
Rápidamente, le voy pegando las fresas que he partido previamente a lo largo, y por último, cubro con el brillo para que quede un acabado vistoso ( y rico).
No le he echado excesiva cantidad porque no quería que se me rebosara ni que me quedara una capa muy gorda. Lo justo para cubrir las fresas y que queden brillantes y jugosas.
 
Meto la tarta un ratito en la nevera para que cuaje el brillo.
 
 
Y ya solo nos queda rematarlo todo con la nata. Cambio la boquilla lisa por una rizada y voy haciendo ondas de abajo a arriba y de arriba a abajo, cubriendo todo el lateral.
 
Para rematar la decoración, le espolvoreo unas bolitas rojas sobre la nata.
Para que se me peguen mejor a los laterales, lo que hago es ponerme un poco sobre la mano, acercarme a la pared lateral y soplar.
 
 
Y listo, ya tenemos nuestra tarta de corazón, sin necesidad de tener molde.
Lo dicho, no me atribuyo el mérito del diseño exterior, porque aparte de no ser demasiado original, realmente es casi igual que la que vi en la panadería de mi barrio (a excepción de las bolitas rojas, que se me ocurrió echarlas sobre la marcha).